El Sol me daba de cara, parecía no llegara a mi destino. La academia tampoco estaba muy lejos de donde vivo, pero en aquellos calurosos días verano prefiero estar por ahí, paseando a mi perro mientras como un helado, que aguantando a mi querida y nerviosa profesora, una mujer con cara de chihuahua, tamaño de chihuahua y con la personalidad inquieta de fox terrier.Abrí la puerta más pesada que habré visto en mi vida, me quité las Aviator y bajé las escaleras mientras la recepcionista me miraba descaradamente desde su pequeño habitáculo.
- Hola
No obtuve respuesta.
Nunca he conocido a nadie tan desagradable como ella. Me suele cambiar hasta el nombre:
- Eres Ire... ne – escribía en la factura- ¿”La” ****?
[****: mi apellido real, precedido por EL, no por La]
Esa pregunta resultó hasta ofensiva. Por las piernas me subió un escalofrío muy tenso, y creo que al contestarle hice algún gesto, porque me fijé en que tenía cara de sorprendida.
- EL ****, separado y con K
Unos días puede ocurrir lo que aquel, que ni caso. Otros, empieza:
- ¡Hooooooooooombre, Irene! ¿Qué tal? A clase, ¿no? Ala, pues no llegues tarde ¡Adiós bonita!
- ¿A..adiós?
Mi madre dice que no me pase con ella, que es maja y que me aprecia mucho, pero está de acuerdo en que lo suyo no es normal. Me pregunto si sufrirá algún tipo de bipolaridad...
Antes de ir al aula me pasé por el baño para hacerme una coleta, no aguantaba ese calor infernal, y además, para comprobar si mi amada compañera me seguía mirando.
Teoría verificada: me “vigilaba” desde un espejo donde no se notaba naaaaaada que me miraba... En fin, continué mi travesía.
Primera puerta, largo pasillo. Como a esas horas no se daban muchas clases, en aquella academia no encendían muchas luces, como las de aquel recorrido, el cual debía atravesar sorteando obstáculos, como puertas entreabiertas para no pillarme los dedos.
Segunda puerta, final del trayecto. Allí estaban en la clase de la melancolía, de blancas y sucias paredes, moqueta gris, a la luz grisácea de un plafón medio roto, un chihuahua y un bipolar, observándome, y al menos, saludándome. Hablemos del bipolar: chico de mi edad, bastante alto, delgado, castaño, no me gustan sus ojos.
La profesora nunca se daba prisa en terminar sus clases. Daba igual que una señorita como yo estuviese de pie, cansada, despierta desde las 6:30 a.m., ella tenía que terminar su lección. Por cosas como esa, llegar tarde era mi prioridad.
Hay días en los que el bipolar me dice adiós al marcharse y otros en los que ni pío. Buena genética (¿no le recuerda a nadie?)
Pero justamente aquel día le noté algo tenso mientras estaba en clase, cosa de la que me percaté cuando la profesora le llamó la atención al mirarme. Pero, ¿por qué? ¿tendría alguna raya de boli en la cara? ¿le podría "contento" mi novedosa coleta?
Seguía haciéndolo, pero cuando yo le devolvía la mirada “al sentirme observada”, él la apartaba rápidamente.
Una vez la profesora se fue a tomar un descanso después de la clase, nos quedamos solos y no me pude contener.
- ¿Por qué me mirabas antes? - le prengunté mientras recogía.
- Hola
No obtuve respuesta.
Nunca he conocido a nadie tan desagradable como ella. Me suele cambiar hasta el nombre:
- Eres Ire... ne – escribía en la factura- ¿”La” ****?
[****: mi apellido real, precedido por EL, no por La]
Esa pregunta resultó hasta ofensiva. Por las piernas me subió un escalofrío muy tenso, y creo que al contestarle hice algún gesto, porque me fijé en que tenía cara de sorprendida.
- EL ****, separado y con K
Unos días puede ocurrir lo que aquel, que ni caso. Otros, empieza:
- ¡Hooooooooooombre, Irene! ¿Qué tal? A clase, ¿no? Ala, pues no llegues tarde ¡Adiós bonita!
- ¿A..adiós?
Mi madre dice que no me pase con ella, que es maja y que me aprecia mucho, pero está de acuerdo en que lo suyo no es normal. Me pregunto si sufrirá algún tipo de bipolaridad...
Antes de ir al aula me pasé por el baño para hacerme una coleta, no aguantaba ese calor infernal, y además, para comprobar si mi amada compañera me seguía mirando.
Teoría verificada: me “vigilaba” desde un espejo donde no se notaba naaaaaada que me miraba... En fin, continué mi travesía.
Primera puerta, largo pasillo. Como a esas horas no se daban muchas clases, en aquella academia no encendían muchas luces, como las de aquel recorrido, el cual debía atravesar sorteando obstáculos, como puertas entreabiertas para no pillarme los dedos.
Segunda puerta, final del trayecto. Allí estaban en la clase de la melancolía, de blancas y sucias paredes, moqueta gris, a la luz grisácea de un plafón medio roto, un chihuahua y un bipolar, observándome, y al menos, saludándome. Hablemos del bipolar: chico de mi edad, bastante alto, delgado, castaño, no me gustan sus ojos.
La profesora nunca se daba prisa en terminar sus clases. Daba igual que una señorita como yo estuviese de pie, cansada, despierta desde las 6:30 a.m., ella tenía que terminar su lección. Por cosas como esa, llegar tarde era mi prioridad.
Hay días en los que el bipolar me dice adiós al marcharse y otros en los que ni pío. Buena genética (¿no le recuerda a nadie?)
Pero justamente aquel día le noté algo tenso mientras estaba en clase, cosa de la que me percaté cuando la profesora le llamó la atención al mirarme. Pero, ¿por qué? ¿tendría alguna raya de boli en la cara? ¿le podría "contento" mi novedosa coleta?
Seguía haciéndolo, pero cuando yo le devolvía la mirada “al sentirme observada”, él la apartaba rápidamente.
Una vez la profesora se fue a tomar un descanso después de la clase, nos quedamos solos y no me pude contener.
- ¿Por qué me mirabas antes? - le prengunté mientras recogía.
Ehhhhh!
ResponderEliminarestá guay XD! mola la sencillez con la que te expresas, es en plan la vida tal cual :D
La verdad que mola tu forma de expresarte!
Aunque hay algunos fallos ortográficos y de artículos, repásalo CARI!
MUY BIEN! :D
Muy bonito me encanta tuu profee (sarcasmo)
ResponderEliminarSigue así que tu llegarás a ser escritora.
Tqmmm!!